LabIA - Laboratorio de Innovación Arquitectónica - juan moya arquitectura

TRANSFIGURACIONES EN MANHATTAN: DE NUEVA AMSTERDAM AL RASCACIELOS. DOSIS 1

Abril 15, 2015

ebookprofeno1

METAMORFÓSIS DE LA CULTURA HOLANDESA: NATURALEZA, MULTICULTURALIDAD, INDIVIDUALIDAD Y LIBRE MERCADO

“A diferencia de los archivos de otros asentamientos, que se conservaron y contribuyeron a definir la historia de los norteamericanos, el de la colonia no inglesa fue objeto de maltrato, riña y olvido. Siguiendo la tradición, los norteamericanos se convencieron de ser descendientes de un grupo de puritanos trabajadores, devotos y culturalmente homogéneos y relegaron el pasado holandés al arcón de las curiosidades…” [1a]

La colonización holandesa de Manhattan constituye un capítulo muy corto en el tiempo, pero tremendamente esencial que marcará para siempre el futuro de la cultura manhattaniana y sus posteriores desarrollos.

Giovanni da Verrazano fue el primer europeo que descubre el lugar de la que se llamaría más tarde Nueva Ámsterdam en 1524. Pero su informe sobre esta localización fue tan indiferente que ni siquiera decidió desembarcar y despertar alguna expectativa en sus clientes, la Corona francesa.

“Es un lugar bastante agradable, no sin algunas riquezas” [2]

No será hasta 1609 cuando Henry Hudson en su búsqueda de una nueva ruta hacia Asia por el Norte, a cargo de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, desembarcará por primera vez en la isla, anunciando en Europa las posibilidades estratégicas de ésta para el comercio. El informe de Robert Juet, oficial de Hudson, describe las excelentes posibilidades de desarrollo territorial, y la primera visión de materializar allí un sueño urbano:

“Es una buena protección para los vientos de todas las procedencias, y la tierra es la mejor que he visto en mi vida para el cultivo. Si nuestros industriosos granjeros se instalaran aquí, pronto transformarían esta jungla en un paraíso, donde ningún hombre pasaría hambre…jamás me había apoderado de una tierra tan rica y agradable” [3]

Cobra especial importancia en el desarrollo de toda la cultura urbana manhatanniana hasta nuestros días las características de identidad que fueron importadas por la sociedad holandesa y que comenzaron a modelar un nuevo pensamiento sin precedentes en la isla. Los valores de una sociedad heterogénea como lo era ésta en el siglo XVII, hacen comprender con mayor claridad los caracteres del proceso de evolución del primer asentamiento urbano disperso de baja densidad arraigado a la naturaleza, que posteriormente aspirará a un modelo de densificación vertical como metamorfosis de unos mismos rasgos.

El informe de Hudson para la Compañía Holandesa era bien distinto al de Verrazano y no pasaría desapercibido, puesto que el imperio holandés en este periodo era realmente sensible a las posibilidades de explotación y de obtención de productos de todo el mundo para posteriormente comercializarlos.

Su economía liberal, basada en los principios del comercio global, no sólo convierte a la futura New York en el centro de la riqueza y en la capital del mundo, sino que constituye un rasgo esencial que dota al lugar urbano de unas características y connotaciones muy singulares. El inglés Daniel Defoe nos revela esta característica del imperio comercial por todo el mundo, donde la inestabilidad, en este caso del mercado, se convierte en un factor decisivo y subordinado a la vida urbana de la futura Manhattan:

“Los holandeses deben ser entendidos como lo que realmente son: los típicos comerciantes, los ejecutores y los intermediarios de Europa. Compran para volver a vender en seguida, traen para acá para mandar luego para allá, y la mayor parte de su vasto imperio comercial consiste en obtener suministros de todas las partes del globo, de modo que luego pueden ofrecer estos suministros a cualquier otra parte de forma inmediata” [4]

Russell Shorto [1b] también hace una excelente alusión a la sociedad holandesa de esta época, describiendo la colonia como una sociedad multiétnica y comercial porque la República Holandesa lo era y lo promovía. Se debe tener en cuenta que era un Estado de burgueses comerciantes recién liberado del yugo del imperio español, que relucía en su Siglo de Oro: potencia hegemónica del comercio mundial y excepción liberal en una Europa de monarquías y fundamentalismos. Allí bullían las revolucionarias ideas de Descartes, Spinoza y Grocio, padre del derecho internacional, y era el lugar de atracción para inmigrantes de todo el continente, que lo convertían en el crisol de las culturas de Europa. El sueño americano de Manhattan realmente era holandés, y partía de una acepción multicultural y de libertades excepcionales en aquella época que aspiraba a ocupar el lugar más privilegiado.

“Las colonias inglesas y holandesas representan consecuentemente los extremos conservadores y liberales del XVII. A ellas se remontan las dos Américas de hoy, la urbana y la rural; la republicana, unitaria; y la demócrata, formada por muchos grupos [5]. Manhattan como excepción, se manifiesta como un complejo proceso evolutivo de reequilibrios de ambas culturas, dando como resultado un modelo urbano donde su espacio colectivo se llena de intersecciones, cambios de dirección, contradicciones y puntos de inflexión entre ambos pensamientos, lo que la convierte en una mutación de alta complejidad por excelencia.”

El primer establecimiento como colonia en Manhattan en 1623 formado por 30 familias llegadas desde Holanda se sitúa en una ubicación estratégica al sur de la isla, obedeciendo a la encrucijada de los dos ríos más largos del noreste de Estados Unidos, y convirtiéndola en la puerta del comercio hacia el Norte, y en el punto de control defensivo del territorio frente a invasores desde el mar. El territorio circundante curiosamente era muy similar al territorio marítimo holandés, intrincado en una combinación de tierra y agua que contaba con 800 millas de playa, varias bahías y 4 estuarios [6a] que lo convertía en un lugar estratégico y con grandes posibilidades para su desarrollo.

1

1 Territorio de tierra y agua. Enclave estratégico de la isla de Manhattan.

Juan Moya Romero

Las instrucciones traídas desde Europa por el ingeniero Cryn Fredericksz contenían un modelo de trazado para la nueva ciudad. El núcleo de la misma debía ser un fuerte pentagonal:

“Se debía abrir un foso de 24 pies (7,3m) de anchura y 4 pies (1,2m) de profundidad para definir un rectángulo que se extendiera 1.600 pies (488m) desde el mar hacia el interior y 2.000 pies (610 m) en anchura.

Una vez delimitado como se ha dicho el exterior del foso circundante, se delimitaría otros 200 pies (61m) en el interior a lo largo de tres lados A,B,C, con el fin de situar dentro las viviendas de los granjeros y sus huertos, y el resto quedaría libre para la construcción de más casas en el futuro.

Fuera del fuerte, al otro lado del foso, habría doce granjas colocadas con un sistema de parcelas rectangulares separadas por zanjas de agua” [7a]

 2

2 Reconstrucción del plano para el fuerte y la villa de New Ámsterdam en 1625.

Pero estas instrucciones de trazado, concebido como un concepto de ciudad ideal alejado de todo contexto, se revelaban inadecuadas para el terreno situado en la punta Sur de Manhattan. Así pues, el modelo urbano sufre un giro sorprendente resultado del encuentro con un territorio virgen donde desarrollar nuevos deseos y fantasías.

En el modus operandi de los holandeses no existía el factor contexto como tal, precisamente porque las ciudades de la Holanda europea siempre se habían construido bajo una batalla constante contra el territorio, siempre impropio para el hábitat y lleno de dificultades, y esta característica les permitía eliminar factores iniciales e iniciar acciones con mayor libertad bajo un territorio donde el contexto era considerado poco útil, y donde se procedía normalmente a extinguirlo y a reinventarlo.

Finalmente se construye un fuerte más pequeño y un trazado que, bajo este “instinto holandés”, consigue alcanzar una singularidad propia como origen visionario de un territorio nuevo domesticado. La naturaleza existente en esa porción de la isla y toda la cultura indígena se verá progresivamente extinguida y suplantada sin prejuicio alguno.

Fredericksz se ocuparía inicialmente del establecimiento de un Sistema Catastral en 1642 para controlar las construcciones anárquicas de vivienda de los colonos. Aunque todavía no se vislumbra un orden claro del trazado de calles, si que existe un primer intento de implantación de un orden bidimensional sobre el territorio como primer medio de equilibrio y de estabilidad urbana, que constituye por un lado el inicio de un futuro pensamiento reformador, que más tarde se verá culminado con la Red y la defensa de las instituciones democráticas como medio para mantener la solidaridad, el interés cívico y las sanas costumbres. De forma paralela, el territorio se divide en grupos de parcelas de tierra que se entregan a los colonos. Los diferentes colores y tamaños del mosaico de lotes parcelarios del plano catastral permite anunciar con cierta propiedad el reflejo de una sociedad de colonos inicialmente heterogénea, de diversas procedencias culturales y estatus social, y por tanto una clara apuesta por la explotación individual bajo un claro liberalismo. La ciudad se empieza a considerar como un medio de producción, haciendo emerger en un posterior periodo la figura del boss que sabrá ganar su lealtad social mediante la creación de un mercado del trabajo que amortiguará la figura del inmigrante ofreciéndole protección y medios mínimos de subsistencia [8a]. El pensamiento liberal y el equilibrio cívico, a través de la defensa del urbanismo como medio de control, parecen convivir en paralelo desde el primer asentamiento colonial, lo que dotará al espacio colectivo de unas características de mezcolanza iniciales totalmente insólitas.

A posteriori llegarán las edificaciones a modo de casas-granja ocupando el perímetro de los grupos de parcelas y reservando en su interior espacios libres para huertos y jardines de cada colono, valores sin duda heredados de la tradición rural holandesa que se han traducido hasta nuestros días en la ideología anti urbana americana. El sueño de la prosperidad individual traducido en grandes polígonos suburbanos de baja densidad situados en las afueras de la ciudad (el sprawl), que aspirarán a la íntima y estrecha relación del hombre con la tierra y la defensa de la familia como único círculo seguro de las amenazas existentes en el ámbito del ámbito público.

El lote se convierte en un reflejo del pensamiento individualista y liberal de sus colonizadores y al mismo tiempo en la unidad base vertebradora de un orden reformador que pretende racionalizar el territorio virgen de la isla, todavía con escasos caracteres de lo que podríamos denominar urbe. La calle será el artificio subordinado al lote, que parece garantizar la estabilidad y el equilibrio urbano y la adecuada accesibilidad y propiciar principalmente el libre movimiento de la mercancía desde la tierra hacia el mar

 3

3 Sistema catastral de New Ámsterdam 1642. Cryn Fredericksz

El concepto de la nueva Colonia es una reproducción de valores de la cultura urbana holandesa, secuestrados de su contexto y trasplantados a un nuevo emplazamiento. La Nueva Ámsterdam significa un fragmento alterado de ciudad ideal holandesa en la isla. Un urbanismo que podía ser fabricado artificialmente, sin accidentes, ni condicionantes como lo era Holanda, y por tanto, con capacidad inicial para hacer realidad cualquier deseo. Su estructura urbana contenía no obstante todos los elementos de una ciudad holandesa de la época: una muralla que acotaba la ciudad respecto al resto de la isla, calles trazadas con canales para facilitar el acceso de barcos hacia la ciudad, un molino, un fuerte no solo militar sino que acogería un mercado, un hospital, una escuela y una iglesia, y una estructura urbana de baja densidad en estrecha relación con la explotación rural.

La particularidad americana de la colonia holandesa reside en el trazado y características de su espacio colectivo. En 1660 se realiza el llamado Plano de Castello, un mapa de la ciudad de Nueva Ámsterdam dibujado por el agrimensor Jacques Cortelyou. La vista aérea muestra con gran detalle la estructura urbana de la colonia, donde la calle parece haber introducido un orden formal más claro en el territorio, y dibujar unos contornos más definidos en los diferentes grupos de lotes territoriales.

 4 si

4 Plano de Castello para Nueva Ámsterdam en 1660. Jacques Cortelyou.

La nueva colonia se organiza a partir de una calle N-S (actual Broadway Street) que separa dos estructuras morfológicas diferentes: una estructura concéntrica de calles que delimitan manzanas con lotes reducidos dotada de canales de agua para el movimiento de mercancía y cuyo centro se sitúa en el nordeste; y una larga manzana estructurada ortogonalmente con lotes de mayor tamaño y con un carácter más representativo. La intersección de ambas estructuras da lugar a un ensanchamiento en forma de embudo en la actual Broadway Street que acoge Fort Ámsterdam y provoca la aparición del primer espacio “público” de la ciudad conservado hasta nuestros días: Bowling Green. Un espacio no planeado como tal y que más bien se fue auto-construyendo circunstancialmente como lugar estratégico de intersección (meeting point) por reunir ciertas cualidades de centralidad adecuadas para las relaciones colectivas y de intercambio comercial.

Aún valorando la reducida escala de la colonia, que acerca la dimensión social a una escala de un gran barrio, y considerando los valores de la sociedad tradicional holandesa arraigada a las relaciones sociales heredadas de la defensa de la individualidad, la confianza, y la intimidad del núcleo familiar bajo reglas de control objetivable, podríamos creer enmarcar este espacio dentro de lo que Ferdinand Tönnies denominó en 1887 como Gemeinschaft o espacio comunal. Pero la heterogeneidad cultural de la sociedad que allí se implantó y la encrucijada urbana en la que se situaba la nueva colonia introducía el conflicto y el pacto en la escena social, luego Bowling Green se convertía en un lugar donde el constante equilibrio-desequilibrio social, el surgimiento de relaciones impersonales entre desconocidas culturas, vínculos independientes ó relaciones contractuales acordadas lo hacían verdaderamente un espacio anticomunal, más bien asociativo y más cercano al Gesellschaft. [9]

 C:UsersIsabelDesktopDOCTORADO 2012PLANOSCARTO BASEESQUEMA

5 Morfología concéntrica y ortogonal del Plano de Castello.

Juan Moya Romero

C:UsersIsabelDesktopDOCTORADO 2012PLANOSCARTO BASEESQUEMA

6 Intersección de ciudad concéntrica y ortogonal: Bowling Green.

Juan Moya Romero

El trazado concéntrico de las calles de la ciudad, parece tener como centro un lugar paradójicamente sin interés, puesto que el verdadero potencial del trazado no es el de sus calles radiales hacia un centro, sino la de sus calles y canal concéntricos que acometen de forma perpendicular con el puerto natural del East River y la nueva muralla (actual Wall Street), con la intención de posibilitar una buena comunicación de mercancías desde el mar con el norte de la ciudad, y prefijar de una manera totalmente visionaria unas líneas futuras de crecimiento urbano hacia el norte de la isla.

En la manzana del Plano de Castello se manifiesta el verdadero culto al individualismo y el arraigo a la vida rural que ha quedado latente en la propia cultura holandesa hasta nuestros días, y que constituirá un factor importantísimo en el proceso posterior de densificación vertical de la ciudad. Hasta mediados del siglo pasado el valor de lo comunal en Holanda parecía incierto. Como testimonio destacan las manzanas del Plan de Berlage en 1915 para el Ámsterdam Sur [10], que cuentan con patios interiores que no son comunales, sino particulares de cada vivienda, y la tipología de vivienda dúplex adoptada sobre un sistema de 3 a 4 pisos que garantiza la relación inmediata con la calle a través de una serie de accesos individuales, generando una estructura de relación con ésta totalmente propios. Individualidad (patio individual)-colectividad (calle) anulan toda posibilidad de espacio intermedio, cerrando el círculo de la relación comunal (Gemeinschaft) al espacio doméstico y la familia; y convirtiendo la calle en un área para el conflicto y la interacción entre agentes de una sociedad diversa y compleja (Gesellschaft).

7 y 8 si

7, 8 Accesos individualizados. Ámsterdam Sur. Berlage 1915.

Marta Rodríguez Fernández

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

[1a] [1b] [1c] Shorto, Rusell. Manhattan: The Island at the center of the World. New York: Vintage Books. A division of Random House Inc, 2005.

[2] Verrazano, Giovanni de. Diario de viaje de Giovanni de Verrazano. The relation of Iohn de Verrazano a Florentine, of the land by him discovered in the name of his Maiestie, Londres. Londres: s.n., 1809.

[3] Juet, Robert. The journal of the voyage of the half-moon, Henry Hudson, master, from the Netherlands to the coast of North America in the year 1609. New York: s.n., 1841.

[4] Somers Somers, John. The judgment of whole kingdoms and nations concerning the rights, power and prerogative of kings and the rights, priviledges and properties of the people. Londres: T. Harrison. University of Michigan, 1710.

[5] Shorto, Rusell. Diario El Pais. 30 Abril 2011.

[6a] [6b] [6c] [6d] Piza, Antonio. Pla, Mauri. Chicago-New York. S.l.: Abada Editores, 2012.

[7a] [7b] William Reps, John. The Making of urban America. S.l.: Princeton University Press, 1965.

[8a] [8b] Ciucci, Giorgio, y otros. La ciudad americana: de la Guerra Civil al New Deal. Barcelona: Gustavo Gili, 1975.

[9] Tönnies, Ferdinand. Comunidad y sociedad civil. Edición 2001. s.l: Cambridge University Press, 1887.

[10] Petrus Berlage, Hendrik. Obra Completa. Editorial Electa Spa, 2002

[11a] [11b] [11c] Koolhaas, Rem. Delirio en New York: un manifiesto retroactivo para Manhattan. Barcelona: Gustavo Gili, 1974.

[12] Burns, Ric. New York: an illustrated history. S.l.: Alfred A. Knopf, 2003.

[13] Adams, John. The political writings of John Adams. Washington D.C.: George Carey W., 2000.

[14] New York Journal. October 19, 1775.

[15] Jacobs, Jane. Muerte y vida de las grandes ciudades. Madrid: Capitán Swing Libros, 1961.

[16] De Solá Morales i Rubió, Manuel. Formas de crecimiento urbano. Barcelona: Ediciones UPC, 1997.

[17] Truslow Adams, James, Jefferson, Thomas y Hamilton, Alexander. Jeffersonian principles and Hamiltonian principles; extracts from the writings of Thomas Jefferson and Alexander Hamilton. Boston: Little Brown and Co, 1932.

[18a] [18b] Lambert, John. From travels through Canada and the United States of Noth America in the years 1806, 1808, Empire City: New York through the Centuries. New York: Columbia University Press, 1808.

[19] Morales, De Solá-. Territorios. Barcelona: Gustavo Gili, 2003.

[20a] [20b] [20c] [20d] [20e] Bridges, Williams. Map or the city of New York and Island of Manhattan with explanatory remarks and references. Alemania: Gale, Sabin, 1811.

[21a] [21b] Alois Shumpeter, Joseph. Socialismo, capitalismo y democracia. 1942.

[22a] [22b] Holloway, Marguerite. The measure of Manhattan. The tumultuous career and surprising legacy of John Randel, Jr. s.l.: WW.Norton and company , 2013.

[23a] [23b] K. Spann, Edward. The Greatest Grid: the New York Plan of 1811. Baltimore: Daniel Schafer. John Hopkins University Press, 1988.

[24] Van Gennep, Arnold. Los ritos de paso. s.l: Alianza Editorial, 1909.

[25] Turner, Victor. Liminal a liminoide en juego, de flujo y el ritual: un ensayo de simbología comparativa. s.l: Estudios Universia Arroz, 1974.

[26a] [26b] Bryant, Cullen. New York Evening Post. 4 Julio, 1844.

[27a] [27b] [27c] Jackson Downing, Andrew. A treatise of theory and practice of landscape gardening adapted to North America; with a view to the improvement of country residences. Boston: CC Little and Co, 1841.

[28] Ábalos Vázquez, Iñaki. Atlas Pintoresco Vol 2: Los viajes. s.l. : Gustavo Gili, 2008.

[29a] [29b] Law Olmsted, Frederick. Walks and talks on an american farmer. New York: George P. Putnam, 1852.

[30] Careri, Francesco. Walkscapes: El andar como práctica estética. Barcelona: Gustavo Gili, 2002.

[31] Waldo Emerson, Ralph. El espíritu de la naturaleza. Buenos Aires: Errepar, 1836.

[32] Martínez García- Posada, Ángel. Tiempos de Central Park. s.l: Instituto universitario de arquitectura y ciencias de la construcción. Universidad de Sevilla, 2011.

[33] Venturi, Robert, Scott Brown, Denise y Izenour, Steve. Aprendiendo de Las Vegas: el simbolismo olvidado de la forma arquitectónica. s.l: The MIT Press, 1972.

[34a] [34b] Guzmán- Guzmán, César Ernesto. Una vuelta a la manzana. Las ordenanzas y la forma urbana. Bogotá: Bitácora 12. Departamento de urbanismo de la universidad de Colombia, 2008.

[35] De Mandariaga Sánchez, Inés. Introducción al urbanismo. Conceptos y métodos de la planificación urbana. Madrid: Alianza Editorial, 1999.

[36] Life Magazine: Real state Number. Marzo 1909.

[37] S. Kayden, Jerold. The New York City Privately owned public space proyect, New York City. s.l: John Wiley and sons Inc, 2000.

[38] Busquets, Joan. Ciudades X formas: una nueva mirada hacia el proyecto urbanístico. s.l. : Nicolodi, 2007.

[39] Rosenzweig, Roy y Blackmar, Elisabeth. The Park and the people: a history of Central Park. New York: Cornell University Press, 1992.

[40] Le Corbusier. Cuando las catedrales eran blancas. Viaje al país de los tímidos. Madrid: Apóstrofe, 1935.

[41] Vazquez, García. La ciudad hojaldre. Visiones urbanas del siglo XXI. Barcelona: Gustavo Gili, 2004.

[42] Augé, Marc. Los no lugares. Espacios del anonimato. Antropología sobre la modernidad. . s.l: Gedisa, 1993.