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TRANSFIGURACIONES EN MANHATTAN: DE NUEVA AMSTERDAM AL RASCACIELOS. DOSIS 2

Abril 15, 2015

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PRAGMATISMO INGLÉS

Toma una especial importancia en el campo colectivo y en el futuro progreso de la ciudad como toda una identidad de valores importados de Europa comienzan a revelarse por conseguir una autonomía propia como ciudad con sus propias leyes y derechos. El gran visionario del sueño urbano en aquel emplazamiento de Nueva Ámsterdam podría considerarse el colono holandés Adriaen Van Der Donck, hombre de leyes y con espíritu independiente, que lucharía más tarde por un estado de derecho independiente para la colonia:

“Adriaen van Der Donck, aspiraba a un gobierno autónomo y representativo para la colonia, puesto que estaba convencido que algún día aquel enclave superaría a la metrópoli Holanda, la potencia mercantil mundial de la época. Los colonos se rebelaron contra el tiránico gobierno de la Compañía, en una batalla judicial por convertirse en ciudadanos de pleno derecho. Así que cruzó el Atlántico y presentó la demanda ante el Gobierno holandés. Llegó a tocar su sueño americano, pero el estallido de la guerra anglo-holandesa (1652) lo truncó. La estratégica colonia, que a través del río Hudson daba entrada al continente, se convirtió en la presa de dos imperios mundiales.

 Aquel letrado encabezó un Consejo local y recopiló las quejas de los colonos. Con ellas construyó el documento más famoso de la colonia, la Reconvención de los Nuevos Países Bajos, una queja formal de 83 páginas que presentó ante el Gobierno de La Haya en 1650 y que, con el tiempo, consolidaría la estructura de la colonia de Manhattan en el derecho holandés y conferiría a la ciudad de Nueva York una forma y un carácter únicos” [1c]

 La batalla de Van der Donck por conseguir un autogobierno era un trabajo hercúleo porque desafiaba a la Compañía, un organismo imbricado en la República Holandesa. Finalmente en una Europa estable tras la paz de Westfalia, La Haya aprobaría el proyecto, convirtiendo la colonia en ciudad como centro de un gran territorio de ultramar. Pero en 1652, Inglaterra lanzaría una guerra comercial contra Holanda, y la Haya rechazaría probaturas y revocaría el proyecto. Serían más tarde en 1653, cuando Nueva Ámsterdam consiguiera el Estatuto de Ciudad.

En 1664 finalizaría el dominio holandés sobre Manhattan. La rivalidad marítima entre Holanda e Inglaterra se daría por terminada con la rendición de la primera y la colonia pasaría a manos británicas, rebautizándola como New York en honor al Duque de York. Pero previamente el Director de la colonia Peter Stuyvesant y su Consejo negociaría con los británicos 24 artículos de la transferencia provisional con objeto de garantizar la vida, los derechos, los bienes y las libertades a los new-holandeses bajo el dominio británico. Los pragmáticos ingleses respetarían cierto autogobierno, el comercio libre y la libertad de culto, unos privilegios sin precedentes, que funcionaban y que por tanto no se plantearían modificarlos.

Estas bases sobre las que se construiría la ciudad, ocuparía sin duda un lugar de primer orden en la memoria colectiva de ésta, convirtiéndose en los prolegómenos de una sociedad liberal mixta que aspiraría a cumplir el sueño de una gran metrópoli.

Algo de este sueño ya divisaría el propio Van der Donck en su descripción de la colonia para atraer inmigrantes:

“Un territorio como Nuevos Países Bajos, ¿no debería, con las iniciativas y la dirección apropiadas, acabar prosperando? Juzgue usted mismo” [8b]

 De este modo en 1664 el inglés William Hack realizaba un grabado llamado “Plan” del Duque de York en Nueva Ámsterdam, que pretendía representar las pretensiones del sueño holandés bajo un modelo de ciudad evolucionado que quedaría bajo la autoridad británica. En su ilustración muestra de forma idealizada un paso más en el concepto urbano de la colonia inicial, donde las divisiones parcelarias privativas del interior de las manzanas evolucionan hacia un deseo de auto-organización comunal. El autor muestra al mundo un mosaico de fragmentos (manzanas-ínsulas) separadas por calles, con espacios interiores ajardinados y formas geométricas muy diversas. Una vocación de representatividad de un colectivo de esplendor que anunciaba la visión del futuro de Nueva Ámsterdam.

Los vacíos interiores de las manzanas representan el respeto de una sociedad libre y próspera donde las decisiones colectivas empezarían a formar parte del futuro de la ciudad, como ya ocurría en su homónima Ámsterdam. El modelo de jardín geométrico de los palacios franceses e italianos, probablemente era la mejor fórmula importada de representar el poder de una futura burguesía imaginada, antagónica al modelo de jardín pintoresco de sus invasores. El Governors Garden (Jardín de los Gobernadores), situado en el extremo inferior del plano, es también una muestra de este intento de materializar la escena representativa de una alta aristocracia.

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9 “Plan” del Duque de York en 1664. William Hack

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10 Campo de manzanas-ínsula con espacios comunales auto-organizados.

Juan Moya Romero

La manzana con jardín comunal que asume aquí el papel de unidad de organización territorial, anunciaba un modelo de ciudad excluyente donde sólo parecía tener cabida un colectivo pudiente basado en la prosperidad del libre comercio. La manzana se comporta como un objeto-unidad que asume una singularidad propia en el territorio urbano a través de cada vacío interior. Este último parece asumir sus propias reglas que son compartidas por un fragmento social de la población. Era un Gemeinschaft (F. Toönies) basado en la distinción, en el estatus social que la riqueza les proporcionaba.

En esta representación se puede distinguir una de las principales mutaciones del modelo de ciudad europea bajo el nuevo contexto americano. Mientras que el primero se desarrolla a través de transformaciones que afectan a un tejido urbano continuo o sólido, el cual configura el espacio relacional o el vacío, el “Plan” del Duque de York muestra un desarrollo basado en un orden de objetos-manzana que asumen singularidad propia. Este modelo confronta el espacio “público” (la calle) con el vacío comunal en el interior de cada manzana de una mayor proporción, un concepto de fragmentación urbana con autonomía propia, que más tarde veremos materializarse en la conquista de la dimensión vertical en el modelo de objetos-ciudad (los rascacielos), que Rem Koolhaas denominaría “ciudades dentro de otras ciudades” [11a].

La cohabitación de los aspectos liberales de la sociedad multiétnica holandesa y el pragmatismo conservador de la sociedad inglesa, daría lugar a una convivencia llena de conflictos y reequilibrios constantes, que se traduciría en el germen de una futura cultura metropolitana basada en la latencia y el cambio. La pericia de los comerciantes holandeses se intensificaba con una visión inglesa más pragmática de producción manufacturera, llevando a la ciudad al éxito en la actividad productiva y dotándola de una gran capacidad exportadora comercial. Esta circunstancia constituye la antesala de un pensamiento maquinista que posteriormente se iría forjando sobre el espacio público y las tipologías edificatorias en el proceso de densificación de la ciudad, donde el hombre será considerado mercancía bajo unos mínimos intolerables de subsistencia y el urbanismo un instrumento de control social impulsado por las clases hegemónicas. Así lo refleja la planta del barco Brook diseñado para un apilamiento perfecto de esclavos que eran traídos de África para mejorar el funcionamiento manufacturero de la ciudad, y que no es más que el reflejo conceptual de apilamiento de un rascacielos abatido a una posición horizontal.

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11 Planta del barco Brook para traslado de esclavos

en el siglo XVIII desde África al Nuevo Mundo.

 En el Plano de la isla realizado por Carwitham en 1730, se deduce esta gran apuesta por el avance mercantil y el rápido desarrollo del puerto del East river como motor económico de la ciudad. Los límites de la ciudad desaparecen y la prolongación de las calles concéntricas que predecían los trazados del Plano de Castello con la previsión de conectar el puerto natural con el Norte de la isla comienza a hacerse realidad. Broadway Street como eje vertebrador del Plano de Castello, Broad Street (y su prolongación Nassau Street) y Smith Street (y su prolongación William Street) extienden hacia el Norte el nuevo desarrollo del puerto y cobran un gran potencial urbano como ejes principales de movilidad y urbanidad. Los nuevos crecimientos urbanos hacia East River convierten el original borde marítimo en un nuevo eje urbano que se convertirá en colector de todo el trazado radial de calles del Plano de Castello. Esta situación de entronque provoca el nacimiento de Hannover Square bajo unas condiciones urbanas muy similares a Bowling Green, y un área de intersecciones entre dos direcciones de trazado con un alto grado de efervescencia en el sur de la ciudad, que la dotará de una alta capacidad de atracción para el comercio. De una forma indirecta en el sur de Manhattan emergen casualmente las condiciones del entretejido de dos tramas, forjándose las ventajas del cruce, o lo que más tarde sería la retícula ó grilla como modelo depurado.

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12 Plano de New York en 1730 John Carwithham

13 Intersección de doble trama radial. Hannover Square. Juan Moya Romero

La morfología de manzana del Plano de Castello se ve aquí consolidada, densificando todo su contorno y extendiéndose hacia el Norte. La calle empieza a asumir una nueva función de espejo de una nueva sociedad avanzada que quiere mostrarse al mundo, en clara convivencia con las ventajas de la propiedad individual que se ve traducida en la fragmentación del patio interior de manzana reflejo del inicio de un nuevo liberalismo basado en la riqueza de los mercados.

En 1733, el Consejo Común arrendó una parte de la plaza de armas del Bowling Green a tres terratenientes, bajo la promesa de crear un parque que sería “el deleite de los habitantes de la ciudad “ y añadir a la vez “belleza y ornamento”. La imagen de la calle empezaba a tomar importancia como carta de presentación de la ciudad hacia el mundo, y era sostenida mediante la prosperidad de los mercados. Se empezaba a consolidar la antesala de la futura City Beautiful que empezaría a cobrar un cierto interés en las cuestiones de la ciudad como imagen de un nuevo producto.

Este sistema empezaba a tener resultados visibles y comenzará a abrir una gran brecha entre la vieja cultura europea y la nueva cultura.

Un oficial inglés escribe en 1756:

“La nobleza de esta ciudad me sorprende….No me podía imaginar que se encontrara un lugar en América consistente en unas 2.000 casas, elegantemente construidas con ladrillo, con aspecto distinguido, frente a unas calles pavimentadas espaciosas, dotadas de confortables muelles y almacenes, y que emplee a varios centenares de navíos para sus lejanos negocios y para la pesca. Así es esta ciudad, y ninguna ciudad de Inglaterra podría rivalizar con ella” [12].

Por su parte, John Adams, un viajero inglés leal a la corona inglesa relata las diferencias que empiezan a existir entre el Viejo y el Nuevo Mundo en 1774:

“A pesar de toda la opulencia y esplendor de esta ciudad, no es posible encontrar en ella mucha urbanidad. Hemos sido tratados con respeto constante. Pero no he visto ni un solo caballero, ni un solo hombre bien educado desde que llegué a la ciudad. En sus ratos de ocio no mantienen conversaciones agradables. No son modestos, no prestan atención unos a otros. Hablan muy alto, muy rápido y todos a la vez. Si te hacen una pregunta, antes de que puedas pronunciar tres palabras te interrumpirán y seguirán con su charla” [13].

La filosofía urbana del laissez faire y la convicción de la existencia de una mano invisible que favorecería el interés colectivo, empezaba a tener un peso importantísimo en la ciudad. Bajo esta filosofía aparecen las llamadas Coffee House o Casas Café, un prototipo traído de la tradición europea que en Manhattan empezó a surgir como tipología alterada. Las Casas Café de Londres o París fueron siempre los centros de la vida social de la ciudad, pero en Manhattan empiezan a adquirir una peculiaridad sobresaliente en relación a la tradición europea, y es que en ellas, se celebraban las Asambleas Generales y las Reuniones del Consejo de la Ciudad. La Casa Café adquiere el carácter de Foro Cívico de la ciudad, un lugar privado para las decisiones públicas. Esta característica tan importante nos revela una disolución de la jerarquía de la institución del gobierno de la ciudad, que se desplaza hacia el terreno de lo cotidiano, eliminando cualquier representación simbólica y destacada dentro del modelo urbano. Las decisiones de la ciudad son consideradas una transacción más, y se deciden en lugares que habitúan los ciudadanos y los comerciantes para establecer alianzas y pactos. Esta particularidad no hará más que forjar los objetivos de lo que será más tarde la retícula de Manhattan, estableciendo como objetivo el valor de equidad en el territorio colectivo sin distinciones.

“A los habitantes de Nueva York:

Me causa inquietud, en este momento de dificultad y peligro, descubrir que en esta ciudad no tenemos un lugar para la reunión del día a día, donde poder escuchar y exponer las inquietudes de todas las partes de la ciudad y libremente debatir unos con otros todos aquellos asuntos que nos ocupan. Tal lugar de reunión es una gran ventaja en muchos aspectos, especialmente en un momento como éste, por la satisfacción que proporciona y la forma social que tiende a mantenerse entre nosotros, que nunca fue tan deseada que en el tiempo que nos ocupa. Para responder a estos y a muchos otros buenos propósitos, las casas café han sido universalmente consideradas los lugares más convenientes para el descanso, ya que, por una pequeña parte de tiempo o dinero, las personas pueden encontrarse y hablar, pueden citarse, oír las noticias de actualidad, y todo aquello que les interese conocer. En todas las ciudades y grandes pueblos que he visto en los dominios británicos, se ha dado el suficiente estímulo para apoyar, de una manera distinguida, una o más casas café. ¿Cómo es posible entonces que Nueva York, la ciudad más céntrica, y una de las más grandes y prósperas de América, no pueda respaldar una casa café? Es un escándalo para la ciudad y sus habitantes estar desprovistos de tales ventajas, por falta de la debida motivación. De hecho, hay una casa café muy buena y cómoda, muy bien cuidada y acomodada, frecuentada por un número considerable de personas; y he observado con sorpresa, que sólo una pequeña parte de los que la frecuentan contribuyen algo para el mantenimiento de la misma, entrando y saliendo sin pedir ni pagar nada. En todas las casas café en Londres, es habitual que todo el que entre pida por lo menos un café, o deje el valor del mismo, que es algo más que razonable, ya que si los empresarios de estas casas han corrido con el gasto de instalarlas y proveerlas de todas las necesidades y comodidades, todo el que entra a disfrutarlas debería aportar algo para su sustento.

Un amigo de la ciudad” [14].

Paralelamente a esta disolución de toda representación simbólica de lo público en la ciudad, los únicos edificios que aglutinaban un mismo colectivo cultural o racial, eran tratados curiosamente con cierta representación singular. Era la convivencia de la protección general a través de la institución como defensa de la equidad y la democracia, pero con un absoluto respeto a la multi-identidad. En el Plano de New York de T. Maerfchalckm de 1763 se ilustran diferentes iglesias, escuelas (Dutch free school, England free school), casas de acogida (Poor house, Black houses…) y los llamados Meetings o lugares de encuentro (Presbyterian Meeting, Quakers Meeting, Baptist Meeting, New Lutheran Meeting…) donde se producían relaciones colectivas entre los colonos de igual procedencia para compartir la religión y tradiciones comunes. La relación comunal de la distinción que se vislumbraba en el espacio colectivo de manzana del “Plan” para el Duque de York, se ve aquí trasplantada hacia estos lugares, que comienzan a convertirse en polos atrayentes de ciertos radios de acción sobre el territorio público de la ciudad.

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14 Plan de New York en 1763. T. Maerfchalckm

 El área llamada The Common anticiparía lo que más tarde será el City Hall Park, resultado del encuentro entre tramas (al igual que Bowling Green y Hannover Square), y contenido por una laguna natural. Estos tres espacios públicos constituyen áreas tangenciales a un perímetro de calles circundantes alrededor de las cuales surgen variados espacios para colectivos de una misma raza, cultura y religión, comportándose como colectores de mezcolanza y diversidad urbana. La calle como unívoco artificio de accesibilidad en el territorio, empieza a convertirse en la auténtica génesis de un espacio verdaderamente urbano y complejo, que permitirá mostrar al mundo unos rasgos culturales completamente nuevos que prefiguran lo que más tarde será el gran fulgor de la metrópoli. La diversidad social que Jane Jacobs [15] propugna como factor determinante del verdadero espacio público en la gran metrópoli, se ve aquí cartografiada como identidad de una sociedad avanzada y moderna para su época.

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 15 Complejidad social en el espacio público en 1763:

Bowling Green, the Common y Hannover Square. Juan Moya Romero.

 Las calles N-S empiezan a ser los ejes de una forma de crecimiento lineal hacia el norte y acaban cerrándose mediante anillos concéntricos y confluyendo en Bowery Lane como nuevo eje extensivo. La forma de crecimiento urbano apoyado en ejes, propio de un crecimiento lineal [16] resulta cerrándose hacia un modelo de anillos tangentes entre sí que se retroalimentan y que en la parte Sur refuerzan mucho más los efectos de encrucijada urbana entre tramas que más tarde dará lugar a la grilla o retícula como soporte ideal de los nuevos crecimientos.

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16 Metamorfosis del modelo de crecimiento suburbano al modelo

de anillos tangenciales. Juan Moya Romero

Era evidente, que para el desarrollo y emancipación de esta nueva cultura era preciso romper con la dependencia de la corona inglesa, lo que generaliza la figura del “patriota” [6b] dispuesto a sentirse libre y plenamente ciudadano de este continente, y encontrando como su principal enemigo a la corona inglesa. Alexander Hamilton, uno de los pioneros de la revolución americana alertaba al nuevo hombre newyorkino de la necesidad de la ruptura con el sistema monárquico y el nacimiento de una democracia basada en los mercados:

“la prosperidad de este lugar ya no depende de unos reyes, sino de los comerciantes y sus transacciones” [17]

Este sentimiento independentista, sumado a la imposición de impuestos por parte de la corona inglesa para ciertos productos de la colonia, provocaron entre 1775 y 1783 la Guerra Revolucionaria de la Independencia que enfrentó a las trece colonias británicas norteamericanas contra el Reino de Gran Bretaña, consiguiendo finalmente la independencia de las mismas.

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17 Grabado del derribo de la estatua de Jorge III de

Inglaterra en Bowling Green. William Walcutt

En 1776, pleno periodo bélico, el Plano de New York de Ratzer sitúa los nuevos crecimientos urbanos entre la prolongación de Broadway y la ribera del rio Hudson, así como en ambos márgenes de Bowery Lane (actual Bowery Street). En este periodo no se preveía un crecimiento urbano hacia el Norte muy elevado, puesto que edificios como el City Hall, situado en sus inmediaciones, se proyectaron con la fachada principal orientada hacia el Sur y dando su espalda a la cara Norte.

Junto a Bowery Lane aparece una reserva de espacio público, centro de un nuevo crecimiento: Delancey´s new Square. Quizá el primer espacio público planeado para una nueva zona residencial de lujo promovida por la poderosa familia Delancey, que durante la Revolución Americana apoyaban activamente la corona inglesa y se vieron obligados a exiliarse y a abandonar sus tierras, que más tarde fueron confiscadas por el Estado de Nueva York. El trazado de estos nuevos crecimientos se realiza bajo la regla de la grilla, que parece encontrar en la calle tramada el medio de raciocinio del suelo y por tanto de máxima rentabilidad, y de ningún modo una primera intención de democratización urbana. Así se refleja en el claro acotamiento de los límites de la propiedad del suelo de estos recintos de nuevo crecimiento, sin prever en ningún momento la gran extensión futura y la prefiguración reticular de lo que más tarde se convertiría en la base del trazado hipodámico del Plan de los Comisionados de 1811.

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18 Plano de New York de 1776. Bernard Ratzer

 Broadway perdía su continuidad pasado el actual City Hall Park (The Commons). En la parte posterior de The Commons existía un punto de afloramiento de agua dulce (The Collect Ponds) que se convertiría en el punto de abastecimiento de agua para la ciudad durante el periodo de ocupación holandés e inglés, y desde aquí nacerían dos corrientes de agua Este y Oeste que establecían una frontera natural pantanosa Este-Oeste en la isla.

Collect Ponds se convirtió inicialmente en un lugar público de atracción para el recreo al aire libre y era utilizada como pista de patinaje en los inviernos helados newyorkinos. Pero pronto se asentarían en la zona las industrias de curtidores, cordelerías, mataderos y cervecerías vertiendo sus residuos en dicho punto y convirtiendo este lugar a finales de siglo en un vulgar sumidero de alcantarillado.

Junto a este punto de afloramiento de agua se ilustran los llamados VauxHall Gardens (1767) y los Ranelagh Gardens (1765), jardines privados realizados a semejanza de sus homónimos en Londres, donde los ciudadanos y los soldados a cambio de un módico precio se evadían de la ciudad buscando recreo y diversión. La carencia de espacios públicos para el ocio en la ciudad, convertían en un negocio privado estos jardines, situados en las afueras de la ciudad, donde se realizaban actos de música, mascaradas y exposiciones al aire libre y se contemplaban fuegos artificiales durante la noche.

El escritor de viajes John Lambert los visitó posteriormente en noviembre de 1807 y escribió:

“Nueva York tiene su Vauxhall y Ranelagh, pero son pobres imitaciones de los de Londres. Son, sin embargo, lugares agradables de recreo para los habitantes. El jardín Vauxhall se encuentra en la carretera de Bowery, cerca de dos millas (3 kilómetros) del Ayuntamiento. Se trata de una plantación ordenada, con paseos de grava adornada con arbustos, árboles, bustos y estatuas. En el centro hay una gran estatua ecuestre del general Washington. Fuego, piezas musicales, interludios, etc. se llevan a cabo en un pequeño teatro situado en una de las esquinas de los jardines: el público se sienta en lo que se llama el foso y cajas al aire libre. La orquesta se sitúa entre los árboles, y un gran aparato se construye para la exhibición de fuegos artificiales. El cuerpo teatral de Nueva York se dedica principalmente a Vauxhall en verano….” [18a].

Los Leisure gardens (jardines de ocio) se convertirán en los espacios que sembrarán la sensibilidad social newyorkina hacia los futuros parques de atracciones como Coney Island y a la disneyficación del espacio colectivo. El lugar de ocio se convierte en una necesidad nueva e imperante en la época, donde la gente en unas condiciones existenciales podía escaparse ocasionalmente para recuperar el equilibrio mental. Las mascaradas, trapecistas, juegos, fuegos artificiales…construyen un espacio laboratorio de experiencias soñadas que sensibilizarán al ciudadano newyorkino hacia una nueva cultura metropolitana. El Leisure garden se convierte en el embrión donde poner a prueba experiencias colectivas que más tarde se extenderán a toda la ciudad y en especial al espacio colectivo del rascacielos.

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19 El baile del trapecista en el Vauxhall Garden.

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

[1a] [1b] [1c] Shorto, Rusell. Manhattan: The Island at the center of the World. New York: Vintage Books. A division of Random House Inc, 2005.

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